Yacimientos de precipitación química
La precipitación
química directa de los iones contenidos en las aguas que rellenan las cuencas
sedimentarias da origen a diversos tipos de yacimientos, entre los cuales los
más característicos son los de evaporitas. En el resto de los casos, y en
especial en el caso de yacimientos metálicos, la presencia de estos iones en el
agua de la cuenca correspondiente a menudo está relacionada con actividad
volcánica, lo que hace que este tipo de yacimientos se agrupen como
volcano-sedimentarios, o exhalativo-sedimentarios. No obstante, algunos de
ellos sí se describen como relacionados con procesos sedimentarios sin participación
volcánica, como es el caso de los nódulos de manganeso de los fondos abisales.
Las rocas
evaporíticas son las principales rocas químicas, es decir, formadas por
precipitación química directa de los componentes minerales. Suelen formarse a
partir del agua de mar, si bien también existen evaporitas continentales,
formadas en lagos salados, o en regiones desérticas que se inundan
esporádicamente.
Se originan, por
tanto, como consecuencia de la evaporación de aguas conteniendo abundantes
sales en disolución. Al alcanzarse, por evaporación, el nivel de saturación en
las sales correspondientes, se produce la precipitación del mineral que forma
ese compuesto. A menudo se producen precipitaciones sucesivas: en un primer
momento precipitan las sales menos solubles, y cuando aumenta la evaporación
van precipitando las más solubles.
Evaporitas marinas
Los mares
contienen la mayor proporción de sales. En concreto, el contenido medio en
sales de los mares es del siguiente orden:
La salinidad
media del agua del mar es del orden de 3.5%, valor que es relativamente
homogéneo en términos de grandes océanos. Este valor se hace mayor es
determinados casos, alcanzando valores de incluso el 30%.
Para que se
pueda producir la concentración de las sales que lleve a la saturación, se
produce en un determinado tipo de medios sedimentarios: las albuferas, en las
que existe un brazo de mar individualizado del mismo por una barra de arena,
que permite ocasionalmente el paso del agua, pero la aísla durante largos
periodos de tiempo. En estas condiciones, y bajo una fuerte insolación, el agua
se evapora, aumentando progresivamente la concentración en sales, hasta que
durante una tormenta o una pleamar especialmente intensa vuelve a introducir
agua de mar en la cuenca, reiniciando el proceso.
Evaporitas marinas
En primer lugar
se alcanza la saturación en sulfato cálcico, que es el menos soluble, así que
serán yeso o anhidrita los primeros minerales que precipiten. A continuación se
produce la saturación en cloruro sódico, produciéndose la precipitación de
halita. Por último precipitan los cloruros de potasio y magnesio (silvina,
carnalita, etc.), que son los más solubles. A menudo estos minerales aparecen
constituyendo capas dentro de las formaciones evaporíticas, con yeso en las
capas basales, halita en las intermedias, y sales potásicas y magnésicas en las
más altas (ver figura).
Sobre este
modelo general, en cada cuenca concreta suele darse un predominio de unos u
otros minerales: en algunos casos será el yeso (a menudo acompañado de
anhidrita) el mineral mayoritario, lo que permite su explotación, en otros, el
cloruro sódico (halita), y en otros, los cloruros de potasio y magnesio
[silvina (KCl), carnalita (KMgCl3·6H2O), polihalita (K2Ca2Mg (SO4)4·2H2O, como
más importantes].
Este último tipo
constituye los yacimientos de este grupo de mayor valor económico, los
denominados yacimientos potásicos, de los que se extraen las sales potásicas o
"potasas", para su uso como fertilizante. Para que se formen este
tipo de yacimientos, se requieren condiciones geológicas y climáticas muy
extremas: cuencas relativamente profundas, de ambiente marino confinado, y
sometidas a condiciones climáticas de gran aridez.
Las ricas en
yeso se explotan para obtener material de construcción (la escayola, obtenida
por calcinación del yeso), las ricas en halita, para obtener cloruro sódico,
para su empleo industrial en la obtención de cloro y sus derivados, y sosa y
sus derivados, así como para la industria alimentaria, mientras que las sales
potásicas se explotan para obtener fertilizantes, como ya se ha expresado, y
para fabricación de jabones, vidrios especiales, cerámicas.
Yacimientos
importantes a nivel mundial son los de Rusia (Solikamsk en los Urales,
Soligorsk en Bielorrusia), Canadá (Saskatchewan y New Brunswick) Alemania
(Hannover y Stassfurt). Es España los yacimientos evaporíticos más importantes
se localizan en las series Terciarias de la zona externa del Pirineo – Valle
del Ebro(Suria-Cardona), en la Cordillera Cantábrica (Cabezón de la Sal), y en
general, en las cuencas marinas terciarias, como la depresión del Guadalquivir.
Evaporitas lacustres
Los lagos
contienen por lo general aguas dulces, pero en ocasiones pueden llegar a
contener aguas ricas en sales, que pueden ser distintas a las que encontramos
en el mar, al menos cuantitativamente. En concreto, tres son los tipos de
yacimientos minerales que pueden formarse a partir de las aguas de lagos
salinos intracontinentales: depósitos de sales sulfatadas sódicas (thenardita,
glauberita) o magnésicas (epsomita), depósitos de carbonatos alcalinos (trona,
natron), y depósitos de arcillas especiales (sepiolita, palygorskita). De ellos
tienen importancia sobre todo los de sulfato sódico y arcillas especiales.
Los de sulfato
sódico constituyen acumulaciones estratificadas de estos minerales (thenardita
y glauberita mayoritarios, a menudo acompañados de otras sales, como halita,
yeso, polihalita, y otros sulfatos más o menos complejos e hidratados de Na, Ca
y Mg, fundamentalmente, a menudos interestratificados también con niveles
arcillosos.
Se explotan para
la extracción del sulfato sódico puro, que se emplea sobre todo en la
fabricación de detergente sólido, en sustitución de los fosfatos, que producen
efectos medioambientales indeseados (eutrofización). También, en la fabricación
del papel kraft, y de vidrios especiales.
Las principales
áreas de explotación de estos yacimientos son los lagos salinos del
Norte-Centro de EE.UU. y Sur-Centro de Canadá (el Gran Lago Salado, de Salt
Lake City, Utah, como más importante), el Lago Searles. En España existen
también importantes yacimientos de este tipo, intercalados en los sedimentos
terciarios de las cuencas de Madrid (los más importantes: Villaconejos, M. y
Villarrubia de Santiago, Toledo) y del Ebro (Alcandrade-Arrúbal, La Rioja y San
Adrián, Navarra).
El otro tipo de
yacimientos que pueden formarse en este tipo de cuencas son los de arcillas
especiales, fibrosas (sepiolita-palygorskita). En concreto, se señala que la
palygorskita es característica de ambientes marinos, mientras que la sepiolita
lo es de ambientes continentales. El origen estaría en la precipitación química
directa de este mineral en medios evaporíticos atípicos (fundamentalmente
pantanos de regiones áridas) caracterizados por la escasez de aniones cloruro y
sulfato y la abundancia de cationes, especialmente Mg. Suelen constituir masas
lentejonares, de espesor y continuidad lateral variable, intercaladas entre
materiales detrítico-carbonatados, a menudo directamente relacionados con
secuencias evaporíticas típicas.
Evaporitas de medios desérticos
En los grandes
desiertos la meteorización química actúa generando sales solubles que quedan
durante largos periodos de tiempo sobre las rocas a partir de las cuales se
forman. Pero cuando se producen lluvias torrenciales, escasas pero no
excesivamente infrecuentes en estos climas, se produce el lavado de estas
sales, que forman grandes charcas, que al cesar las lluvias se evaporan
rápidamente y producen la concentración de las sales arrastradas.
En estas
condiciones se forman concentraciones salinas de composición muy variable, en
función de la naturaleza de las rocas existentes en la zona. Ejemplos conocidos
son el Salar de Atacama, en Chile, en el que se produce la concentración de
halita enriquecida en elementos como Mg, K, Li y B (ver la gama de productos),
el Valle de la Muerte, en el Desierto de Mojave (SE de California, EE.UU.), en
el que el mineral concentrado es el bórax, o las zonas desérticas de alta
montaña (Himalaya) de Cachemira (India), en la que también se localizan lagos
ricos en depósitos de bórax.
Yacimientos de azufre
El azufre nativo
a menudo se encuentra asociado a los yacimientos de yeso evaporítico, como
consecuencia de la acción de bacterias sulforreductoras, que transforman el sulfato
en sulfuro, que se reduce a su vez para dar azufre nativo. Se forman así
concentraciones masivas de azufre sedimentario, que junto con las de origen
volcánico constituyen los principales tipos de yacimientos de este elemento. No
se pueden considerar, por tanto, yacimientos químicos en sentido estricto, sino
bioquímico, aunque aparecen asociados a los yacimientos químicos de evaporitas.
Es interesante
describir brevemente el método de explotación utilizado para este elemento: el
denominado "método Frasch", consistente en la inyección de agua
sobrecalentada o de vapor de agua en las formaciones que contienen este
elemento, debido a que éste funde a 112ºC, y a 160ºC constituye un líquido de
viscosidad muy baja, que fluye con gran facilidad y puede ser bombeado hasta
superficie.
Yacimientos de hierro
El hierro, en
forma de óxidos e hidróxidos, constituye un metal que se acumula en
determinados medios sedimentarios, dando origen a yacimientos que llegan a ser
de enormes dimensiones. En el detalle, existe una gran variedad de tipos de
concentraciones de óxidos/hidróxidos de hierro de origen sedimentario, que van
desde las grandes acumulaciones de tipo BIF, hasta las pequeñas costras
ferruginosas que se forman en algunas fuentes, o los nódulos de goethita que se
forman en medios pantanosos ("hierros de los pantanos"). De entre
todas estas variedades, las de mayor interés minero son dos: las de tipo BIF, y
los denominados "ironstones".
Los BIF (Banded
Iron Formations) o Formaciones de hierro bandeadas, corresponden a alternancias
milimétricas a centimétricas de óxidos de hierro con jaspes (foto 1). Llegan a
tener decenas de metros de espesor (foto 2), y contienen óxidos e hidróxidos de
hierro: hematites en los que no han sido afectados por metamorfismo regional, y
magnetita en los que sí han sufrido este proceso (la mayor parte).
Formación de bandeado de Hierro
El origen de
estos yacimientos tipo BIF ha sido objeto de debate hasta fecha reciente, en
que se ha establecido su origen como probablemente relacionado con el cambio en
el quimismo de la atmósfera terrestre: originalmente ésta no contenía oxígeno,
siendo por tanto de carácter reductor. En estas condiciones, el hierro presente
en las rocas era fácilmente puesto en disolución en forma de Fe2+, altamente
soluble. De esta forma, los océanos terrestres llegarían a contener grandes
cantidades de hierro en disolución. Con la aparición de la vida, las bacterias
primitivas comenzarían a generar oxígeno como consecuencia de su metabolismo
fotosintético, consumiendo CO2 y agua para producir oxígeno. La concentración
de éste en el aire iría aumentando, y dio origen a la posibilidad de oxidar al
hierro disuelto en los océanos, dando origen a óxidos e hidróxidos
(hematites-goethita) que precipitarían para dar estas Formaciones.
Su origen puede relacionarse directamente con
el vulcanismo a través de fenómenos exhalativos en condiciones submarinas,
donde las facies sulfuradas serían ‘proximales’ con respecto al foco emisor, y
las oxidadas ‘distales’. El que la mayoría de estas BIF sean de edad
arqueozoica no significa que se encuentren limitadas a esta edad, ya que también
existen ejemplos de formaciones tipo Algoma en el Paleozoico (p.ej., Cordillera
de Nahuelbuta, Chile).
En Chile existen
depósitos de hierro bandeado en la Cordillera de la Costa a 150 km al sur de
Concepción en las inmediaciones del lago Lleu-Lleu (depósitos de Relún o
Lleu-Lleu), los que forman parte de una serie de esquistos micáceos. Los
afloramientos conocidos se distribuyen en un área de 20 km de longitud en
sentido NE y 10 km de ancho y el nivel ferrífero tiene 20 m de espesor, está
intercalado con esquistos micáceos y constituido por varias capas, algunas más
ricas en sílice y otras en hierro. Estos depósitos se han considerado afines a
los BIF (Ruiz et al., 1965) y el mineral que los forma tiene laminación y está
constituido casi exclusivamente por cuarzo granular y magnetita fina, con una
martitización poco importante, correspondiendo a facies de óxidos. Los niveles
con óxido de Fe contienen entre 23 y 41% Fe y 32 a 57% SiO2, y no existen
cuerpos con enriquecimiento hematíticos de alta ley. Cabe señalar que los
esquistos que contienen la mineralización de hierro de Lleu-Lleu presentan
edades radiométricas correspondientes al Carbonífero, las que corresponderían a
la edad del metamorfismo. La edad del protolito es incierta y plantea
interrogantes respecto a la filiación de los depósitos de Fe bandeado y/o la
interpretación de los datos geocronológicos.
Aparte de los
depósitos de Relún se conoce la existencia de rocas ferríferas similares en
Nueva Imperial (60 km al W de Temuco y 60 km al sur de Relún), pero ninguno de
estos depósitos ha sido explotado en Chile.
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